En el año 1993, mientras estaba viviendo en Chile, de camino a la Universidad escuché algo en la radio que me dejó helado. Un aviso para un concierto de Living Colour en Santiago de Chile. ¡¿Qué?! ¿Un concierto de MI LIVING COLOUR en CHILE? Pero, ¿y quién sabrá las canciones como las conozco yo? ¡Es imposible que alguien vaya a ese concierto! Que equivocado estaba. ESTABA LLENO. Y como buen concierto en Chile, se lo cantaron TODO. Hasta los anuncios. El estadio se supo CADA CANCIÓN, especialmente los nuevos (algunos que ni yo sabía). Y ahí fue que aprendí una máxima mercadológica que sigue en pie hasta el día de hoy…
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