Yo como profe tengo el Whatsapp con al menos 20 grupos. Tengo grupos de estudiantes, grupos familiares, grupos de amigos, excompañeros de trabajo. Es que hoy para cualquier vaina se arma un grupo de Whatsapp. Voy añadiendo y eliminando. Es como “la ley del closet” que trato de cumplir. Me compro una camisa, pero trato de sacar una de circulación. Es para mantener el Ying y el Yang de dentro del closet.
No vaya a ser que el Feng Shui y el equilibrio universal de la ropa se rompan. Para mí en verdad me da lo mismo (como hombres podemos ponernos algo por 10 años siempre y cuando no este “roto”…nótese las comillas, está sujeto a interpretación y subjetividad), pero tomando en cuenta los consejos de expertos en espacios Ikeanos, Feng Shui de $2.99 en Kindle, energía estrambótica y fashion bloggers, lo cumplo. No vaya ser que el Dios de la Indumentaria se enoje y se desquite conmigo. Una verdadera tragedia digno de las peores pesadillas de Letty y Glency. Extrapolando esa técnica y aplicándolo al Feng Shui Digital especialmente a los grupos de Whatsapp… hace rato quería escribir sobre la educación Whatsapptiva y también sobre la manera correcta de cómo salir con gracia y diplomacia de los grupos de Whatsapp que de alguna manera u otra nos metieron, incluyeron, vilmente agarrado de la parte trasera de la camisa y aventado dentro de la celda digital donde cuando tan pronto abres la puerta y sales por él, quedas automáticamente en “boca (¿o será en dedos?) de todos” (Edgar Argüello se ha salido del grupo). ¿Cuál es la mejor forma de hacerlo? Hice mi investigación y me encontré con eso y más…
Hace tiempo utilizamos (como diría El Chavo “sin querer queriendo”) el “Netiquette”. Son las normas para convivir online sin que nos jalemos de las mechas (yo sé, lo hacemos igual). Una de estas reglas implícitas es el famoso NO CAPS (NO ESCRIBIR EN MAYÚSCULAS) porque es el equivalente de gritar en digital. Es de mala educación… dicen por ahí. Nota a todos (ustedes saben quiénes son) que me escriben siempre en MAYÚSCULAS, voy a ir a sus casas a robarle la tecla de CAPS de sus teclados y se los enviaré de regalo para Navidad por .
Mientras tanto, aquí les dejo 7 buenas prácticas para Whatsapp:
- No abusar de los emojis (como se le dice a un niño de dos años… ¡dilo con palabras! El monito que se cubre los ojos y las uñas pintadas tienen un límite de uso antes de que se vea infantil). Eso sí, mea culpa, me encanta el emoji de angelito ?.
- Revise su ortografía, evite los horrores ortográficos (tu forma de escribir dice mucho más de ti de lo que crees). Aquí lo entretenido es ver las personas con tremendo títulos que dan ganas de mandarlos de vuelta a la Pre-Kinder a ver si aprenden algo nuevo.
- Evite enviar largas notas de voz y videos muy pesados (¡piense en el tiempo y en el plan de data del prójimo!). Además no sea flojo… ¡escribe! No se ponga a grabar mini podcasts porque te aburre escribir… para eso mejor hacerlo a la antigua… ¡llama!
- Trata de no propagar chismes. Por lo menos antes de compartir, verifique la autenticidad (trata de ser parte de la solución, no del problema).
- Nunca publique imágenes de accidentes o cualquier contenido dudoso que Roberto Cavada pudiera compartir en sus redes sin pensarlo mucho. Si usted es uno de los que se quejan de que la sociedad se le está llevando el Diablo entonces no le tire más leña al fuego de la poca educación y el morbo (lea nuevamente el punto anterior si no entendió).
- Recuerde que discutir por chat es la mejor forma de lograr o empeorar un malentendido. No hay inflexión de voz, matices ni tampoco gestos de manos ni de caras. Evite las respuestas de una sola palabra e incluya el contexto para que se entienda en un 1,000% lo que escribió y no esté sujeto a la interpretación, (recuerden, no es lo que dices… es la forma en que lo dices).
- Si tienes que decirle algo a alguien en particular, hazlo en una conversación privada, no en el grupo para que se entere todo el vivo. Nadie más tiene que saber que pasa entre ustedes dos (aunque hay personas terriblemente vagas que no tienen nada mejor y que les encanta armar un chisme).
Yo hablaba de los grupos anteriormente, dije 20 pero debo tener más. El profe Alberto Martinez dice que tiene como 200 grupos. ¡Yo no sé cómo no ha explotado su teléfono aún! Tenemos grupo para la juntadera del fin de semana, el de los padres del colegio, para el viaje a fin de año. ¿Se va armar un cumpleaños para el abuelo que cumple 90? Viene grupo. Y eso no es lo malo. Es que después que pase el evento, el grupo sigue ahí. Y normalmente es más inútil que un crayón blanco.
Así que basándome mucho en la experiencia y un poco de sicología barata, puedo asegurar sin temor a equivocarme mucho que a nosotros los seres humanos nos encanta siempre decir que sí. Es una mala costumbre, si sé, pero no nos gusta hacer herir sentimientos ajenos y creemos que salirnos de los grupos es un acto de mala educación. De hecho, tus primeros 10 grupos de Whatsapp es algo entretenido, pero después cuando ya llenas tu cuota de felicidad digital instantánea, nadie quiere ser parte de un nuevo grupo por Whatsapp. De hecho, creo que todos odiamos los grupos, pero nadie (o casi nadie) se atreve a ser el primero en salir.
¿Por qué?
Bueno entre los chistes malos, buenos, videos cortos, largos y las eternas notas de voz que algunos personajes dejan que a veces me dan ganas de pasarle factura por un minuto de vida que me gastaron a ver si me la pagan o no, pude investigar que lo que pasa es que no tenemos un código de conducta clara para actuar en estos casos. ¿Cuándo nos vamos del grupo, ¿decimos adiós a cada miembro? ¿O hacemos un “adiós” generalizado? ¿Avisamos al administrador del grupo? ¿O simplemente nos vamos sin decir nada? ¿Y que pasa si nos vuelven a meter en el grupo? ¿Decimos que salimos “por equivocación”?
¡Y esos grupos que empiezan a mandar mensajes a la medianoche como si nada! ¿Es que no tienen sueño? Solución: en silencio por 5 años.
La psicóloga Amaya Terrón dice, “y aguantando lo que no nos gusta, estaremos eligiendo a los demás por encima de nuestro bienestar y esto tendrá una repercusión siempre negativa a la larga”.
En su libro Present Shock, Douglas Rushkoff habla de cómo el celular nos jode la vida, nos interrumpe. Podremos estar comiendo en paz, en familia y de pronto empieza a sonar el celu o peor tu escuchas como vibra (es como un hijo, reconoces su llanto a la distancia). Y empiezas a preguntarte, si vibra es porque alguien me escribió, ¿será importante? Posiblemente no es importante, ¿y si de pronto realmente es importante? Y terminas agarrando el celular. Bienvenido al F.O.M.O. (Fear of Missing Out), la pastillita viene pronto.
Tengo grupos que de pronto empiezan a hablar y cuando agarro el celular hay 400+ mensajes. Ahí la movida es simplemente escribir “400 mensajes en 1 hora… ¿alguien me resume?” y esperar que un alma caritativa de Dios pase 60 segundos tipeando toda la vaina que hablaron por 60 minutos. Porque uno nunca sabe, de pronto hasta en esos 400 mensajes te mencionaron y si no contestas quedas como un snob digital que le importa un reverendo pepino (iba a decir culo) lo que dicen lo demás (que en principio no es tan mala idea). Pero igual quedas mal por anti-social y anti-chévere.
Así que encontré unos pequeños guidelines para diferentes grupos de Whatsapp:
Grupo para evento: tan pronto pase el evento, te puedes decir despedir y salir. Pero corres el riesgo de que el grupo le cambien el nombre y lo usen para otra cosa tremendamente divertido y el único idiota que se quede afuera eres tú.
Grupo de amigos y familia: uno de los grupos que más producen mensajes. Si no tienes tiempo para seguir los mensajes, puedes explicar tu salida y hacerlo tranquilamente. Eso sí, nunca lo hagas en la mitad de una conversación porque van a creer que te enojaste por algo que se dijo y por eso te saliste del grupo y al final tendrás que dar triple explicación del por qué te fuiste.
Grupos de trabajos: excelente para avanzar proyectos. Terrible para la vida después de la oficina. De hecho, en Francia es contra la ley que un empleador te envié un correo después del cierre de horario de la oficina. Con estos grupos hay que hacer lo mismo. Límites, límites, límites. Hay que desconectar para conectar como dicen por ahí.
El compromiso hacía otras personas hay que evaluarlo cuando podríamos “estar expuestos a contenidos que no nos aportan nada” o, peor, que nos resultan ofensivos. “En la vida real pasaría lo mismo”, explica Terrón. Imagínate chupándote conversaciones ajenas por tres horas al día, la gran mayoría que no te interesan. Al final optas por lo sano, te paras y te alejas de la conversación.
Al final todo se trata de educación. Yo les pregunté a varias personas y la respuesta más lógica me la dio la profesora Marlene Mendieta. Ella dice con toda su naturalidad, “Señores, yo tengo como 30 grupos así que yo me retiro de este, cualquier cosa me pueden mandar un mensaje privado por Whatsapp (o mejor aún… ¡llamarme!).
Simple.
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